sábado, 5 de noviembre de 2016

Puches dulces (de la tía Encarna)

Mi tía (prima de mi abuelo, en realidad) se me fue hace pocos años, con una edad que ya pasaba de la centena. Con esta receta suya, la rememoro por estos días de difuntos. Cuando ella venía al pueblo por estas fechas, a visitar a los suyos al cementerio, siempre llamaba al timbre de casa y me dejaba una cazuela de aromáticas puches.

Ingredientes:
1 litro de leche
80 gramos de harina
200 gramos de azúcar
La cáscara (sin parte blanca) de una naranja grande o de dos pequeñas.
Dos cucharadas de anís en grano.
Una rama de canela.
Media barra de pan sentado (del día anterior)
Canela molida para adornar

Elaboración:
Ponemos a calentar al fuego un cazo con la leche, la cáscara de naranja y la rama de canela.Cuando esté a punto de hervir, lo retiramos de la lumbre y dejamos templar hasta que esté tibio.
Al tiempo troceamos el pan en rodajas pequeñas y lo tostamos.Lo reservamos.



En el recipiente donde vayamos a hacer las puches, calentamos durante un par de minutos, en seco y removiendo, la harina con el anís en grano.



Vamos añadiendo, removiendo con rapidez, la leche aromatizada y colada sobre la harina, hasta que cuaje de modo parecido a una bechamel clarita. Incorporamos el azúcar y removemos unos segundos más.

Volcamos las puches calientes sobre el pan tostado, y dejamos que empape bien y que se enfríe.




Servimos en copas o cuencos individuales, y espolvoreamos un poco de canela molida por encima.



Se pueden consumir calientes o frías, aunque en casa gustan más frías.




viernes, 4 de noviembre de 2016

Canción a una locura juvenil


Un día te darás cuenta
que el amor que te atormenta
pronto debe remitir,
y verás que esa amargura
no era amor, sino locura,
que hoy ceba tu sinvivir.

El sentir adolescente
es más corazón que mente
y ahora te hace sufrir.
La madurez pareciera
que jamás apareciera
y te puedes confundir.

Todavía eres muy niña,
en seguida te encariñas
y no sabes distinguir
que hasta en el querer hay normas
con las que no te conformas
pero tienen que regir.

Deja que la propia vida
pueda, cerrando tu herida
enseñarte a ser feliz.
Disfruta tu adolescencia
y aprende, con la experiencia
a curtirte y decidir.

Ese dolor que te asusta
a este hombre no le gusta
y no es por rechazarte así.
Con  tu as de corazones
en mi mano, hay  razones
para prendarse de ti.

Pero él desea que crezcas,
que el transcurso lo merezca
y te fructifique a ti.
Te hablo desde el cariño
contándote que,  de niño
eso mismo,  lo viví.

Dejemos que el tiempo pase,
y que recorras sus fases:
Necesarias para ti.
Y pido a Dios, tras mi espera
que de nuevo tu alma quiera
enamorarse de mí.